Pero las ciudades no fueron diseñadas para una pandemia, sino para el frenético ritmo de vida al que estamos acostumbrados. Interconectadas entre sí, las ciudades acogen a millones de trabajadores, que se desplazan utilizando diversos medios de transporte, conviven con los turistas y disfrutan de sus bares, restaurantes y otros centros de ocio. Por lo tanto, el distanciamiento social puede ser mucho más complicado en las grandes ciudades que en las zonas rurales.
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